La Colegiata de Toro se comenzó a construir en el siglo XII, según parece sobre un antiguo templo prerrománico con la misma advocación Santa María la Mayor.
Su construcción se llevó a cabo en dos etapas en la primera de ellas se levantaron la cabecera, la portada norte y la parte inferior de los muros exteriores y en la segunda se acometió la cubierta de la nave central, la torre, la portada occidental y su cimborrio, quizás uno de los más bellos que nos ha legado el románico en España. Este cimborrio está enmarcado dentro de los llamados cimborrios leoneses a los que pertenecen además de este el de las catedrales de Zamora, Plasencia y la vieja de Salamanca.
Esta colegiata tiene planta de cruz latina de tres naves con tres tramos que terminan en una cabecera que consta de tres hermosísimos ábsides semicirculares siendo el central él más rico en su decoración.
De sus tres portadas destacan dos de ellas. La portada norte formada por varias arquivoltas una de las cuales presidida por Cristo Juez y rodeado de los 24 ancianos que constituye una de las mejores muestras del Románico de Zamora. El pórtico de la Majestad es un conjunto tremendamente impactante ya que aún conserva su policromía original y nos permite imaginar cómo se mostraban estos templos ante el pueblo que debían quedar extasiados ante la grandeza y belleza de estas portadas que realmente les parecerían las puertas del cielo. Las arquivoltas de esta portada nos narran la historia de la Virgen, de Cristo y del Juicio final. Además en ellas se nos muestran una serie de figuras de músicos que se han convertido en souvenirs habituales de esta zona.
Antes de marcharme buscaré para llevarme a casa uno de estos simpáticos músicos y, como no, una botella de ese magnífico vino de Toro.
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