Los Viajes de Bevi, la Bellota Viajera: Alcalá de Henares (Madrid)

Finalizaba el mes de septiembre de 1547 cuando nació Don Miguel de Cervantes en la madrileña ciudad de Alcalá de Henares,
y aunque no sabemos con certeza el día en que lo hizo se ha admitido que fue el 29, día de San Miguel onomástica de la que siguiendo la tradición recibiría su nombre. Mucho tiene que agradecer esta ciudad al hecho de que fuera aquí donde Cervantes viera la luz por vez primera, pues a él debe gran parte de su fama y su atractivo para el mundo de las letras y de la cultura en general. No es desagradecida Alcalá por lo que a él está dedicada la mayor y más céntrica de sus plazas, que desde el siglo XIX tomó el nombre de Plaza de Cervantes presidida por una hermosa estatua del escritor, obra del escultor italiano Carlo Nicoli. Bajo la atenta mirada de Don Miguel de Cervantes, discurre la vida de Alcalá de Henares, de sus vecinos y de muchos turistas que diariamente la visitan, pues es su plaza el centro neurálgico de esta ciudad y el lugar donde se concentran algunos de sus principales edificios, el ayuntamiento, el corral de comedias y los restos de la que fue la iglesia de Santa María, donde el 9 de octubre de 1547 fue bautizado. Poco queda de esta iglesia, destruida durante la guerra civil, de ella apenas se ha conservado su torre, las bases de dos de sus pilares y la capilla del oidor donde aún podemos ver la pila bautismal de la que recibió las aguas de bautismo.

No sólo la plaza de Cervantes recuerda al más ilustre de los hijos de Alcalá, a esta plaza desemboca la calle mayor en la que está situado el Museo Casa Natal de Cervantes. La Calle Mayor de Alcalá de Henares tiene además el honor de ser la calle soportalada más antigua y larga de Europa, conservando en líneas generales la misma estructura desde su construcción durante el siglo XII, aunque sus antiguos pies derechos de madera fueron sustituidos por columnas redondas de piedra. Recorriendo la calle mayor no tardaremos en dar con la casa que buscamos, pues frente a ella encontramos un banco con dos peculiares ocupantes, uno bajito y regordete espera tranquilo en un extremo, mientras otro más alto y delgado sujeta una lanza astillada y luce un singular yelmo sobre la cabeza. Don Quijote y Sancho Panza posan gustosos para las fotos de los turistas, vigilando mientras la casa de quien narró las increíbles aventuras que vivieron en sus viajes. Un rato estuve esperando a Don Miguel a las puertas de su casa, pero como pasaba el tiempo y no salía pasé a buscarlo. Me avisó la señorita de la puerta que no lo hallaría dentro, y que todo lo que vería no era original sino solo una reconstrucción, aunque me negué a admitirlo, pues tanto esmero en cada detalle encontré que a todas luces me pareció verdadero. El patio con su pozo, sus balconadas de madera, la cocina, la botica, la sala y las alcobas, recreando como era la vida de una acomodada familia durante el siglo XVI, sus costumbres y sus gustos, hasta me pareció oír como cervantes deslizaba su pluma sobre el papel dejando escritas las palabras que le harían inmortal “En un lugar de la Mancha …”