Iglesia del Santo Sepulcro, Torres del Rio (Navarra)

Algunos historiadores, los más osados, atribuyen su origen a la orden de los Caballeros templarios, aunque en realidad no se ha encontrado ninguna prueba documental para afirmarlo,
otros sin embargo afirman que fue la iglesia de un monasterio dependiente de Irache que existió en Torres del Rio, aunque lo más probable es que fuera la Orden del Santo Sepulcro la que levantara esta edificación. Lo que es indudable es que esta oscuridad histórica le añade más misterio aún a este templo del que ya tiene de por sí. No se sí será autosugestión mía, pero el exotismo de estas iglesias románicas de planta centralizada siempre me han parecido que irradian una magia y una espiritualidad que hace que se me erice el rabillo de la boina.

La historia de la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río, desde su origen en el último cuarto del siglo XII, ha estado ligada al Camino de Santiago. Al pararme a observarla detenidamente no pude obviar que su construcción recuerda la de un faro, y efectivamente esa era una de sus funciones, la de orientar y guiar a los peregrinos a lo largo del camino, gracias a que, sobre el cuerpo principal del templo, se eleva una torrecilla que hacía las veces de “linterna”. En su interior se mantenía constantemente encendido un fuego que podía ser divisado a varias millas de distancia por los peregrinos. Quizás otra de las funciones de este fuego, esta vez más simbólica, es la de “linterna de muertos”, muy común en los cementerios franceses de la época, que simbolizada el fuego purificador para los caminantes que ya descansaban eternamente en el cementerio que rodeaba a la iglesia.

Su planta octogonal, como corresponde a su advocación, recuerda que fue construida a semejanza del templo del Santo Sepulcro de Jerusalén, adaptando eso sí las formas islámicas a las maneras constructivas cristianas. Su belleza, armonía y la calidad constructiva que cuida cada detalle nos demuestra que estamos ante uno de los mejores ejemplos del románico navarro. Todos aquellos que alguna vez han pensado del románico que es un estilo simple, pesado y que tiende a la horizontalidad, cuando estén frente a este templo descubrirán lo equivocados que estaban. En la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río, a pesar de sus pequeñas dimensiones, todo está pensado para que elevemos la vista hacia el cielo. En tres tramos se divide exteriormente su cuerpo principal, el primero fuerte y liso en el que se abre una sencilla puerta con arco de medio punto, en el segundo tramo los arcos apuntados dirigen nuestra atención hasta los bellísimos ventanales que decoran cada uno de los ocho lados que integran el tercer tramo. En el interior solo hay un lugar donde fijar la mirada, pues los gruesos nervios de los arcos apuntados, la conducen hacía la magnífica cúpula que dibuja una estrella de ocho puntas, recordando a las construcciones islámicas de algunas mezquitas. 

Una gozada es dejarse acariciar por la tenue luz que envuelve el interior de este templo, mientras que desde la altura cabezas de monstruos vigilan nuestros movimientos entretenidos en devorar a sus presas.

 

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