Conocido popularmente como Monasterio del Parral, su historia se remonta a mediados del siglo XV, cuando el rey Enrique IV, hermano de Isabel la Católica lo mandó construir,
aunque muchos afirman que no fuel del rey, sino de su valido Juan Pacheco, el todo poderoso Marqués de Villena, de quien partió la orden de construcción de este monasterio. Anterior al monasterio existía en este lugar una pequeña ermita, que según la tradición estaba cubierta por una vieja parra que le daba nombre, nuestra Señora del Parral, denominación que se mantuvo con la llegada de los Jerónimos a este monasterio. Durante cuatro siglos estas estancias estuvieron dominadas por el silencio más absoluto, solo roto por las oraciones de los monjes Jerónimos que las habitaban. La tranquila vida contemplativa de este lugar se vio bruscamente truncada con la llegada del convulso siglo XIX, que trajo primero a tropas francesas que lo saquearon, y luego la desamortización de Mendizábal, obligando a los Jerónimos a abandonarlo. Pero como dice el refrán, no hay mal que cien años dure y con la llegada del siglo XX fue declarado Monumento Nacional, se emprenden obras de restauración y en 1925 regresan a él los monjes de la orden de los Jerónimos que establecen en el Monasterio del Parral su casa madre, continuando durante décadas las obras de restauración, algunas bastante desafortunadas como la que suprimió la decoración pictórica de las bóvedas de la sacristía, o la que demolió el antiguo claustro de la hospedería.
aunque muchos afirman que no fuel del rey, sino de su valido Juan Pacheco, el todo poderoso Marqués de Villena, de quien partió la orden de construcción de este monasterio. Anterior al monasterio existía en este lugar una pequeña ermita, que según la tradición estaba cubierta por una vieja parra que le daba nombre, nuestra Señora del Parral, denominación que se mantuvo con la llegada de los Jerónimos a este monasterio. Durante cuatro siglos estas estancias estuvieron dominadas por el silencio más absoluto, solo roto por las oraciones de los monjes Jerónimos que las habitaban. La tranquila vida contemplativa de este lugar se vio bruscamente truncada con la llegada del convulso siglo XIX, que trajo primero a tropas francesas que lo saquearon, y luego la desamortización de Mendizábal, obligando a los Jerónimos a abandonarlo. Pero como dice el refrán, no hay mal que cien años dure y con la llegada del siglo XX fue declarado Monumento Nacional, se emprenden obras de restauración y en 1925 regresan a él los monjes de la orden de los Jerónimos que establecen en el Monasterio del Parral su casa madre, continuando durante décadas las obras de restauración, algunas bastante desafortunadas como la que suprimió la decoración pictórica de las bóvedas de la sacristía, o la que demolió el antiguo claustro de la hospedería.
Situada ante la fachada de la iglesia de este monasterio de rudo aspecto y decorada apenas con dos escudos reales, nada me hizo intuir la grandeza y riqueza decorativa que encontré en el interior de esta iglesia gótica. Sobrecogida por la espectacularidad de la única nave del templo, me fue imposible concentrarme en la contemplación de los elementos que conforman su decoración, pues todo ellos competían en belleza para captar mi atención. Mientras alzaba la vista para admirar la genialidad constructiva de las bóvedas de crucería que me cubrían, formando un laberinto de aristas y arcos, me distrajo la luz que entraba por los seis amplios ventanales de la cabecera, dirigiendo mi atención hacia las armas de los marqueses de Villena que las adornan protegiendo el brillo de la madera dorada y policromada de su retablo mayor, que tallaron los maestros abulenses Juan Rodríguez y Jerónimo Pellizer. Sumergida en el mágico ambiente de esta iglesia pronto me pareció estar envuelta por la musicalidad de cantos gregorianos, pero al volver la vista hacia el coro pude comprobar que no lo estaba imaginando, pues las celestiales voces partían de los monjes de hábitos blancos y marrones que pude distinguir en la penumbra. No puede recordar cuánto tiempo permanecí disfrutando de la sensación de flotar mecida por la música de sus voces, pero si recuerdo que al abrir los ojos me encontré bajo una galería porticada frente a un estanque rodeado de huertos, desde el que contemplaba una maravillosa vista de la ciudad de Segovia dominada por la imponente imagen de su Alcázar.
Te ha gustado? Compártelo
INFORMACIÓN DE INTERÉS
HORARIOS
De miércoles a domingo y festivos: pases a las 11:00 y 17:00 h.
Misas en canto gregoriano: domingos a las 12:00 h.
Contacto
Monasterio Santa María del Parral
c/Subida al parral, 2
40003 - Segovia
Tfno: 921 431 298
Email: oshsmparral@planalfa.es
Oficina de información turística de Segovia
Plaza Azoguejo, 1
40001 Segovia
Tfno: 921 466 720
Email: info@turismodesegovia.com
Como llegar
El tiempo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Has viajado a este lugar o piensas hacerlo en breve?
Cuéntanos tu experiencia.