El Palacio del Canto del Pico, apareció ante mí como lo hacen los fantasmas, en silencio, mostrándose entre la bruma poco a poco, hasta que desaparece cualquier duda de su existencia.
Pues por muy sorprendente que me pareciera encontrar un palacio, “neogótico”, perdido entre las montañas graníticas que rodean a Torrelodones, el edificio que estaba ante mí, era real, lo podía ver, lo podía tocar y debería de tener cuidado de no acercarme demasiado, dado el frágil aspecto de su estructura que amenaza con derrumbarse. Pero a pesar de su abandono, y de su pésimo estado de conservación, la atracción que sentí por este edificio fue inmediata, y en seguida supe que este era uno de esos lugares en los que una vez que los has visitado, permanecen en tu recuerdo hasta que un día sin saber porque, vuelves a ellos.
Pues por muy sorprendente que me pareciera encontrar un palacio, “neogótico”, perdido entre las montañas graníticas que rodean a Torrelodones, el edificio que estaba ante mí, era real, lo podía ver, lo podía tocar y debería de tener cuidado de no acercarme demasiado, dado el frágil aspecto de su estructura que amenaza con derrumbarse. Pero a pesar de su abandono, y de su pésimo estado de conservación, la atracción que sentí por este edificio fue inmediata, y en seguida supe que este era uno de esos lugares en los que una vez que los has visitado, permanecen en tu recuerdo hasta que un día sin saber porque, vuelves a ellos.
Como os digo, este es un lugar que invita a la reflexión, a hacernos preguntas que por muy intranscendentes que nos parezcan deben tener su sentido, aunque no alcancemos a comprenderlo. Son preguntas del tipo ¿Por qué me siento tan atraído por este lugar?
Quizás sea por su belleza natural, pues está enclavado en el punto más alto del término municipal de Torrelodones, en la cima de una montaña granítica de la Sierra de Guadarrama, constituyendo un mirador excepcional desde el que podemos divisar una treintena de municipios diferentes y el accidentado terreno que lo rodea poblado de encinas y alcornoques. O quizás sea por su curiosa historia, que el tiempo y el abandono ha ido transformando en leyendas llenas de misterio. Desde su origen, podemos decir que el palacio del canto del pico ha sido un poco “rarito”, primero por elegir este lugar apartado e inaccesible para su construcción, para lo que se dio una razón “médica”, púes al parecer aquí se daban fuertes concentraciones de rayos ultravioletas, y esto era beneficioso para su constructor el conde José María del Palacio y Abárzuza, por si esta razón para su construcción no resultara ya de por sí sospechosa, poco después de su construcción, en 1925, muere el expresidente Antonio Maura al precipitarse por sus escaleras, por cierto se dice que su espíritu vuelve de vez en cuando a visitar este lugar, sin duda le ocurre lo mismo que a mí, que de vez en cuando siente la necesidad de pasar aquí un rato, pensando y divagando. Pero ya que estamos terminaré de contaros la historia de este palacio; durante la Guerra Civil Española fue la sede del Mando Militar Republicano, tras su derrota se pasó al bando contrario y se convirtió en la residencia de verano de Francisco Franco, para ser después la casa donde su nieta, María del Mar Martínez-Bordiú vivió junto a su marido, el conocido periodista Jimmy Giménez-Arnau. En 1988 comienza a gestarse la historia que lo ha llevado a ser incluido en la Lista roja de patrimonio en peligro, al ser vendido a una compañía británica, que fracasó en su intento de revenderlo y de convertirlo en hotel de lujo, hasta que fue pasto de las llamas en un aparatoso incendio en 1998, que lo dejó convertido en la ruina que es hoy, solo habitado por sus fantasmas y sus secretos.
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