sábado, 23 de julio de 2016

Castillo de Manqueospese. Mironcillo (Avila)




La historia de esta imponente fortaleza ha dado origen a una de las leyendas más conocidas de Ávila. Nos habla esta historia, de los amores prohibidos entre la joven hija de un noble y un fuerte capitán en los convulsos tiempos de la reconquista, cuando desfilaban los escuadrones de serranos por las calles de Ávila, tras la batalla de las Navas de Tolosa entre los vítores de la plebe. Un apuesto capitán D. Alvar de Dávila, señor de Sotalvo, que formaba parte del desfile repartía sonrisas y saludos, cuando en un alto ventanal de la Torre del Palacio de D. Diego de Zúñiga distinguió a la bella condesita Dª Guiomar, quedando prendado de ella. Desde aquel día muchos más fueron los que el apuesto capitán pasó bajo la torre, encontrando siempre la sonrisa de su amada en aquel alto ventanal, hasta que un día decidió pedir su mano al Conde. No fue la respuesta esperada la que el capitán recibió del Conde, que le prohibió ver más a su amada, pues el Conde la tenía reservada para servir a Dios. No se conformó el señor de Sotalvo con tal resolución, a la que respondió airado: “Cuando el amor ha nacido, no se le mata con vilencias; que el corazón del enamorado es rebelde y terco en la rebeldía. Dª Guiomar y yo seguiremos amándonos, y aún más, viéndonos:…. ¡¡¡Man que os pese!!!… . Para poder ver a su amada mandó construir en sus tierras un hermoso castillo rocoso mirando a Ávila, y desde aquí cruzaban sus miradas, hasta que un día el alma de su amada escapo y llegó a su castillo en forma de blanca paloma; al día siguiente partió el capitán a la guerra y murió en la batalla… 


Escuchando esta bella historia, poco me importó que fuera cierta o no, pues contemplando el hermoso castillo del capitán, su imagen se muestra aún más impresionante después de escucharla, alzándose en lo más alto del roquedo de un pequeño municipio de la provincia de Ávila llamado el Mironcillo. Si bien la fortaleza que hoy vemos fue construida en el último cuarto del siglo XV, cuando los Reyes Católicos otorgan el título de Conde del Risco a Pedro Dávila, pasando posteriormente por matrimonio a la casa Medinaceli. Diversos avatares, llevaron al Castillo de Manqueospese a manos particulares, que comienzan una reforma no del todo “adecuada”, que es declarada ilegal, paralizándose las obras hasta el día de hoy, por lo que en mi visita no pude acceder a su interior.


Es indudable que no pasa esta fortaleza por sus mejores tiempos, pero lo que también es indudable es su magnífica e imponente estampa, que apoyada en un impresionante promontorio de granito, es visible desde muchos kilómetros de distancia. Aún podemos apreciar su doble recinto amurallado, el primero de ellos adaptando su forma a la del roquedo donde se asienta, abriéndose en una hermosa puerta que protegida por dos torres cilíndricas aún luce orgullosa el escudo de la familia que lo construyó, los Dávila. En tiempos esta puerta daría acceso al patio de armas, las caballerizas y otras estancias, destacando entre ellas la alta torre del homenaje, en la que si entornamos los ojos aún podemos ver la figura del apuesto capitán que acaricia con dulzura una delicada paloma, mientras nos dice adiós con su mirada.




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