Granadilla, una antigua villa medieval amurallada, de origen feudal en la provincia de Cáceres. A mediados del pasado siglo XX fue desalojada, al transformarse en zona inundable debido a la construcción del embalse de Gabriel y Galán, a pesar de ello en ningún momento este bonito pueblo ha llegado a estar bajo el agua. Esto ha hecho que en 1980 fuera declarado Conjunto Histórico Artístico y elegido para incluirlo dentro del programa de recuperación de pueblos abandonados.
Han sido mucho los acontecimientos históricos que ha vivido esta vieja villa desde que en el siglo IX los musulmanes lo fundaran como baluarte estratégico para vigilar la Vía de la Plata. Para cumplir esta misión levantaron los almohades la alcazaba, que se convertiría en castillo cristiano cuando, en 1160 el rey Fernando II de León, conquistó la aldea que por entonces tenía el nombre de Granada. Tras la conquista cristiana se repobló, se dotó de una recia muralla y se le otorgó el título de villa, convirtiéndose toda ella en una fortaleza que defendía el paso de la vía de la plata y las Hurdes. Tras varios siglos de pasar de manos de la orden de Santiago a la corona, de convertirse en señorío y volver a ser propiedad de la corona, Juan II de Castilla en 1446 le otorga su propiedad a los Álvarez de Toledo, Duques de Alba, a quienes perteneció hasta el año 1830. Después de la conquista de la otra Granada en 1492 por parte de los reyes Católicos, esta villa que hasta entonces fue Granada, para evitar confusiones pasó a ser Granadilla. Con la desamortización los duques de Alba se van deshaciendo de estas posesiones hasta que en 1893 ceden la última de ellas, el castillo. Muchas de estas fincas ducales las adquiere la familia Jiménez Velaz de Batuecas, cuyos últimos descendientes fueron los familiares del poeta José María Gabriel y Galán quien le dio nombre al embalse que hoy rodea la villa. En la actualidad Granadilla es uno de los pocos pueblos, si no el único, que tiene horario de visita, y fuera de él la verja de hierro que da acceso queda cerrada y el pueblo deshabitado.
Granadilla ocupa una península, de forma más o menos circular, rodeada por las aguas del pantano y por una muralla de mampostería bastante bien conservada. A través de una puerta protegida por la citada verja de hierro, accedemos al interior de Granadilla, cuyas calles van recuperando la vida gracias al trabajo de estudiantes, profesores y monitores que durante una semana al año desarrollan proyectos y talleres de rehabilitación. La construcción más destacada de esta villa es sin duda la torre castillo de Granadilla, que se cree fue construido a finales del siglo XV por el primer Gran Duque de Alba, Don Fernando Álvarez de Toledo. Es muy llamativa la esbeltez de esta torre, cuya peculiar planta se consiguió al adosar a una torre cuadrada un cuerpo cilíndrico a cada lado. El resultado es de una espectacular belleza. Antes de que nos cierren la puerta y tengamos que dejar esta villa sumida en la soledad, pasearemos un rato por sus calles, descubriendo las ruinas de algunas de sus casas señoriales, como la de las Conchas, del ayuntamiento o del Minarete, alguna de ellas han sido completamente reconstruidas. Llegamos hasta la iglesia de la Asunción construida en el siglo XVI que después de quedar casi en estado ruinoso fue restaurada en 1991 y cada año abre sus puertas para celebrar la misa de difuntos.
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